Cuando le contaron que su hijo Derek tenía una abertura en las paredes del corazón, Deycy Zuluaga se sintió un poco confundida. Nunca se imaginó que tendría que aprender terminología médica avanzada para entender algunas de las condiciones con las que su pequeño había nacido. Fueron conceptos complejos como “hipoplasia de ventrículo izquierdo con transposición de grandes vasos” los que aparecían en los resultados.

En ese momento, y para entender lo que esto significaría en la vida de Derek, Deycy transformó su rol de mamá y aprendió cada detalle de la realidad de su hijo. Pasó meses cumpliendo un papel de enfermera, doctora y acompañante, con el sueño de darle un futuro a su bebé. Por medio de la investigación y el apoyo de los médicos entendió cuáles eran los signos de alarma, los medicamentos y los cuidados que debía tener.

Llegaron momentos duros con dificultades económicas que complicaban el acceso a un tratamiento importante. La EPS se tomaba meses en el proceso de tutela y los segundos contaban. Pero Deycy, en su recursividad infinita se acercó a la Fundación Santiago Corazón y recibió un apoyo fundamental para darle una segunda oportunidad a Derek.

Hoy, con un doctorado empírico en el corazón, Deycy ve cómo su pequeño Derek se permite soñar: compartiendo constantemente sus trucos de magia o practicando felizmente para su carrera de músico. Si bien en los momentos difíciles fue la esperanza de la madre la que le dio vida al hijo, ahora son los chistes, las risas y las alegrías del pequeño las que le devuelven la vida a su mamá.

Ni siquiera los 6 medicamentos al día o la dieta de proteínas alejan a Derek de una vida normal, su corazón es tan alegre que corre, juega y hasta monta en patines. Gracias a Santiago Corazón, Derek ha vuelto a reír, pues como dice su mamá:
“lo que le gusta, lo hace felizmente”
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